Es normalmente después de comer, cuando debido al calor asfixiante del verano, dejamos a los niños ver una película en el lugar más fresquito de la casa. Pero la diferencia de edad, de gustos y la cantidad de niños, hacen que la elección de la película se alargue, durando más de lo que un alma con ansias de siesta puede soportar.
Pues nada, que como hoy estoy muy ñoña, no puedo empezar a escribir sin antes dedicar esta publicación a todos los que sin daros cuenta, os quemasteis la espalda a mi lado pasando tantas horas de piscina, jugando a este juego de cartas con nombre tan parecido al de una salsa mejicana.
Seguimos en verano, pero julio y agosto muchas veces no tienen nada que ver. Normalmente uno de los dos meses los niños están en campamentos, o pasan al cuidado de los abuelos, de una canguro o de uno de los padres mientras que el otro trabaja. Muchas veces es el mes de agosto el que aprovechamos para desconectar, descansar y pasar unos días en familia. Es maravilloso improvisar y olvidarse de la hora que es y del día en que vivimos. Y sacamos a los niños de su lugar habitual, les contamos a dónde vamos a ir, lo que se puede hacer ahí y poco más.
Mis hijos son un un poco espías, un poco exploradores y otro poco superhéroes. Así que supuse que éste tendría que ser un regalo perfecto y efectivamente, lo ha sido. Hemos tenido varios walkie talkies de juguete que nunca funcionaron bien y que usaban pero con los que no escuchaban nada. No sé si los han mejorado mucho en los últimos cinco años, pero a mí no me apetecía repetir.